lunes, 15 de abril de 2013

Espacios cerrados

"El Guadarrama desde la Angorilla" Joaquín Sorolla 1907.
   Es cierto que la afluencia masiva de visitantes a la sierra provoca impactos negativos en el entorno, por lo cual, además de recordar a los visitantes las normas del respeto al medio ambiente, en algunos parajes se ha limitado el numero de entradas y regulado las actividades que dentro del espacio protegido se pueden realizar. Siempre cabe la discusión sobre si las medidas tomadas son las óptimas, pero es indudable que durante los últimos años se ha logrado la regeneración de espacios deteriorados.

   Ahora bien, en algunos casos se ha optado por otra solución. Ya que siempre es mas fácil prohibir que regular, hay varios espacios que están cerrados al público con la justificación de que donde no entra nadie no se deteriora nada. Cosa indudable, pero no es la mejor solución. Siguen algunos ejemplos:

  La garganta del río Moros: Consta de unas 7.000 hectáreas pobladas de pino silvestre y rodeadas de cumbres que suelen alcanzar mas de 2.000 metros de altitud. desde hace décadas, el Ayuntamiento de El Espinar la mantiene cerrada por riesgo de incendio durante los meses estivales. El objetivo se ha cumplido, pero sin llegar a tan drástica medida también se han evitado los incendios en los vecinos pinares de Valsaín, la Fuenfría y Peguerinos. Llama la atención en hecho de que en los meses en los que el valle está abierto lo está sin restricciones de ningún tipo, incluso se permite circular vehículos a motor por las pistas forestales que recorren el espacio, actividad que cada vez está mas restringida en entornos similares, y sin embargo, cuando está cerrado no se permite ni el derecho de paso a pié, aún atravesando dicho valle un sendero de gran recorrido: el GR-88.
  Otro contraste lo podemos encontrar en la entrada al valle desde la Estación del Espinar. Allí se encuentra la masificada área recreativa de La Panera, limitada por el norte con la entrada a la garganta. En el área recreativa "vale todo" mientras que al otro lado de la alambrada no vale nada. A quien quiera entrar en el valle desde la Panera se lo impedirán los guardias forestales, ahora bien, el que venga descendiendo desde el Puerto de Pasapán por estar recorriendo el GR-88 o haber andado las cumbres de la Mujer Muerta o la sierra del Quintanar, lo mas seguro es que no encuentre ninguna oposición hasta llegar a la puerta de la Panera, donde los guardias le preguntarán por donde ha entrado sin creer la respuesta; No les cabe en la cabeza que existan personas que se den esas caminatas por placer.

   Cuelgamuros: Son bien conocidos la basílica, el panteón y la monumental cruz que en este lugar se hayan y muchas han sido las polémicas que sobre este lugar se han dado durante los últimos años. Ahora bien, estas se referían solo al monumento y pocas veces al entorno natural sobre el que se alza. La Cruz de los Caídos está construida sobre un cerro en el centro del valle a cuya base se puede llegar en automóvil previo pago de entrada, pero dicho pago no da derecho a adentrarse por el bosque combinado que cubre todo el espacio. Este se puede observar desde la explanada de la basílica o bien desde lo alto, recorriendo la cuerda de Abantos donde una sólida tapia de dos metros de altura que sigue la divisoria de aguas, nos impide el acceso al valle. Dentro de ese recinto, además de una rica vegetación existen aún algunos pozos de nieve que abastecían de hielo al Escorial antes de que existiesen los frigoríficos.

  Monte de El Pardo: Este no está en la sierra sino al pié de la misma y tras las puertas de la capital. Durante siglos ha sido un coto de caza para los Trastamara primero y para los Austrias y los Borbones después. Esto le ha librado al Monte del Pardo del deterioro que tienen sus dehesas circundantes (salvo por el norte, donde sorprenden los paisajes del curso medio del Manzanares). Si se llega a abrir al público tendría que ser con restricciones, sobre todo para los vehículos a motor. Solo un 10% de sus 16.000 hectáreas están abiertas al público mientras que el resto no es visitable bajo ningún concepto. A quien para cualquier observación o investigación solicite un permiso de entrada, le será sistemáticamente denegado. Solo se puede observar desde fuera, ya sea desde las alturas de Torrelodones o desde las cumbres de la Sierra de Hoyo de Manzanares.

  Paradójicamente una línea férrea atraviesa la parte sur del monte y así, quien tome la línea de cercanías Madrid-Villalba podrá contemplar entre Pitis y el Pinar de las Rozas un amplio encinar poblado por ciervos y jabalíes, pero nadie podrá visitar el lugar desde donde el pintor Sorolla retrató el hermoso paisaje que encabeza esta entrada.

 ¿Nadie?