domingo, 25 de enero de 2015

Centenario de Giner de los Ríos

Casa de la ILE en El Ventorrillo

Y hacia otra luz más pura
partió el hermano de la luz del alba,
del sol de los talleres,
el viejo alegre de la vida santa.
¡Oh, sí!, llevad, amigos,
su cuerpo a la montaña,
a los azules montes
del ancho Guadarrama.
Allí hay barrancos hondos
de pinos verdes donde el viento canta.
Su corazón repose
bajo una encina casta,
en tierra de tomillos, donde juegan
mariposas doradas...

Allí el maestro un día
soñaba un nuevo florecer de España.

Antonio Machado.

El próximo 17 de febrero de 2015 se cumplirá el centenario de la muerte de un precursor del Guadarramismo; el ilustre pedagogo Don Francisco Giner de los Ríos, a quien Google ya le dedicó el pasado mes de octubre el siguiente homenaje virtual:


Durante el último tercio del siglo XIX, para los madrileños, la cercana Sierra de Guadarrama no era mas que un obstáculo en los caminos de Madrid  Segovia; un muro entra ambas mesetas frecuentado solo por ganaderos, leñadores y otras gentes dedicadas a actividades extractivas. Así, por aquella época, los únicos urbanitas que se adentraban por esas montañas eran los escasos naturalistas que la recorrían para sus investigaciones. Fueron unos pocos extranjeros residentes en Madrid los que comenzaron a realizar excursiones por la sierra "porque sí", por el mero placer de hacerlo.

Giner de los Ríos, a diferencia de la mayoría, no vio esta actividad como una chaladura y a la mitad de su vida comenzó a frecuentar estos cercanos pero desconocidos parajes. Solía salir con otras personas y acompañado siempre de su libreta para tomar todo tipo de notas, especialmente los topónimos, por los que preguntaba a todos los lugareños que encontraba por el camino. Recordemos que carecía de la cartografía precisa que nosotros tenemos y muchos de los topónimos que estaban en el habla de las gentes no aparecían en ninguna publicación. Constancio Bernaldo de Quirós le recordaba años después como "un sabio gozador de la naturaleza".

Pero Giner de los Ríos no quiso gozar el solo de la naturaleza, sino que vio en la sierra un lugar idóneo para llevar a la práctica sus ideas educativas. Para ello, como fundador y director de la Institución Libre de Enseñanza, organizaba excursiones con los profesores y alumnos de ésta e hizo construir un pequeño albergue para la Institución en El Ventorrillo, cuya fotografía encabeza éste artículo.

Con un carácter tan observador contrastaba un nulo sentido de la orientación, que unida a la falta de medios cartográficos le llevaba a perderse habitualmente. De poco le servía el conocer todos los topónimos si luego no sabía ubicarlos. De ello cuentan sus colaboradores varias anécdotas. Una de ellas se refiere un extravío que tuvieron camino de Hoyo de Manzanares. Desorientados ascendieron a un collado tras el cual esperaban divisar el pueblo de destino, pero una vez alcanzado el alto no vieron mas que un valle despoblado. Entonces, señalando al paisaje, dijo Don Francisco:

"Señores, yo les aseguro que la última vez que estuve en este sitio, el Hoyo de Manzanares estaba ahí".

 Hoy todos los libros de la Sierra de Guadarrama que se precien llevan alguna mención a la actividad del maestro en estas montañas, un refugio de montaña de la Pedriza lleva su nombre y varias sociedades excursionistas preparan homenajes por el centenario de su muerte. falta saber si hará algo al respecto el organismo gestor del Parque Nacional. Es notorio que mientras Giner de los Ríos apreciaba la sierra por su valor intrínseco, la Administración Pública la valora por Real Decreto, y sobre ésto parafrasearé al maestro:

"España es un país que cree mas en el Boletín Oficial del Estado que en su propia capacidad de trabajo. Se tiene la estólida convicción de que un Real Decreto o una ley resolverá por sí mismo todos los problemas"